CARTA A TERE

Tere, Tere. Hoy me has hecho llorar. Partiste! Naciste un día 17 y un día 17 te fuiste. Así, solita con tu alma. Así, cómo dicen que estamos cuando morimos: solos, por más rodeados que estemos de gente, estamos solos.

Cuando nos encontramos en la farmacia, cómo podía haber imaginado que sería la última vez!

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Han sido muchos, muchos años. Y todo en ese tiempo, fue bueno. Todo, sin excepción. En VIDA te lo dije todo: lo que pensaba de ti, lo que te agradecía cada detalle.

Siempre admiré todas tus cosas. Tu trabajo incansable y el amor con que lo hacías, siempre madrugando para estar a tiempo a llevar a mi pequeña sobrina al colegio. Y te daba tiempo de todo: hacer comida, enseñarle y ayudarla con la tarea orgullosísima de sus logros y de su inteligencia; incluso hacerle ropa, tejer. Pero también qué ansias de SABER y nunca quedarte atrás. Curiosa incansable. Siempre te decía "Diré por allí... Cuando algo se le ofrezca háblele a Tere. Cuando algo quiera encontrar, háblele a Tere".

Y así pasaron los días y los años. Me tardaría una vida en enumerar cada detalle. Llamadas, incontables pláticas en directo y por teléfono. Visitas a casa siempre a traerme algo: detalles tuyos, información que creías de interés sobre todos los temas que se te pudieran ocurrir. Qué tal aquel curso de tanatología al que fuimos juntas? Y aquella obra de teatro? Todas las veces que me invitaste a comer cuando yo vivía solita, bien sabías que yo no cocinaba. Llamadas telefónicas breves también: " pon la tele, están pasando la tierra de tu mamá, que lo vea"... Para alegrarla a ella, ya viejita. Quién podría imaginar que te irías antes!

Sospechando que algo muy malo estaba pasando cuando me pidieron oxígeno, que no tuve para darte, te acompañé en el proceso. Imaginé tu agonía y tu soledad, pidiendo a Dios incesante que te ayudara en el trance. Y sí, Él no te dejó en ningún momento.

El abrazo que me diste cuando murió mi hermano, yo te sostenía con mucha fuerza y con la misma lo hacías tú haciéndome sentir consuelo en ese momento tan difícil , y te brotaron las lágrimas también.

Cómo olvidar que cuando murió mi papá y me quedé a velarlo sola, las caras que vi abriendo los ojos después de un breve sueño fueron la se Dulce y la tuya? Cómo olvidar eso?

Y también en las alegrías... Mi ramo de novia me lo hiciste tú!

Te presenté a Julio y tú, tú me dijiste "quisiera que me permitas el honor de hacer tu ramo y tocado y el adorno de Julio". Sí, así me lo dijiste. Y te repetí mi agradecimiento a lo largo del tiempo.