Hombre Llorando

Y llora, y llora, y llora...

Él se encontraba en un rincón siempre, el mismo rincón 

S i e m p r e...

El rincón del augurio de algo que no está. 

Ansiaba una caricia, ansiaba complicidad y no se lo daba. Ella distraída, en su mundo particular.

En cuántas ocasiones en la vida desearíamos poder ser invisibles y así llegar a cualquier lugar y en cualquier momento. Y ¿has conocido a alguien que maneje una doble personalidad? No me refiero a la bipolaridad. Es algo más allá, más a fondo. Cuánto él hubiese querido saber por dónde viajaban los pensamientos de la mujer que tanto amaba y que cada día se alejaba más de él. 

Y le dolía, y lloraba por dentro y a veces también por fuera, en posición fetal en la cama daba rienda suelta a eso que le lastimaba tanto, que le quemaba por dentro. Querer tenerla y no poder. Tan lejos y tan cerca y viceversa. Tan fácil y tan difícil. Más bien, imposible. Pero explicarle a un alma atribulada justamente esto: que NO puede ser, también es imposible. Cuando menos, en los momentos en que puede y debe sacar todo aquello que lo está atormentando. Y todo esto porque se acercaba su partida. Su partida definitiva. Lo sabía, no se podía engañar. Sentía que caía en un pozo sin fondo. Se sentía derrotado y buscaba y buscaba respuestas, alguna forma de evitar que todo esto siguiera sucediendo, volver a aquellos tiempos en los que todo iba bien. O, al menos, eso parecía.

¿En qué momento todo se descompuso? ¿Cuándo es que todo comenzó a fallar? 

- "¿Qué hice mal, Dios mío, si sólo vivía para ella?"

- "¿Qué hice mal, a qué hora y cómo me equivoqué?"

Nada, ni una sola respuesta encontraba. 

Sus amigos podían ver lo que él, no. Solo quedaba acompañarle, apoyo. Pero nada era suficiente.

Ella no lo amaba como él. Ella se aferró a él en un momento de debilidad. Sin querer, lo "utilizó". Sin querer ... No se hizo responsable de sus actos, sólo pensó en ella. Su vanidad, el querer sentir que no porque ese otro hombre la hubiese engañado ella iba a quedarse sola. Pero amar no es a la fuerza. ¡Cuántas parejas no veremos por allí que están sin estar plenamente! Por muchos motivos totalmente ajenos al amor. 

Él se hundía cada vez más en esos pensamientos, en ese fuego que lo estaba quemando hasta que no quedara un centímetro de él sin laceraciones...

Pero no! ¡NOOOOOO!

Cuando más hondo cayó en esa misma posición fetal algo lo impulsó inevitablemente, algo que lo hizo levantarse de allí. 

Ella sabe Dios lo que haría en ese momento, ya no quiso fijarse en eso. Él salió, tranquilo ya. El llanto había cesado. Salvó no uno, sino más centímetros de ese cuerpo adolorido. Una luz pequeña pero muy brillante lo alumbró y le hizo abrir los ojos. Cuando la vio, de pronto sintió un soplido de tranquilidad. Algo pasó, inexplicablemente su alma tuvo instantes de reposo y se aferró a ellos. Siguió la luz, la siguió. Débil, cansado pero reposado. Con secuelas, pero andando. Triste, pero la tranquilidad comenzaba a asomarse. Una respiración profunda fue la primera señal. ¡Cuánto hacía que no podía hacerlo! Le esperaba un camino de sanación, pero ya respiraba y eso, ¡Eso era mucho! 

No estamos solos, por más que pudiera parecer. Esa LUZ brillante lo volvió a la vida. Poco a poquito, lenta y suavemente sintió volver la vida. 

¿Qué nombre podríamos darle a esa LUZ? ¿Qué era? ¿Quién era? 

Indudablemente esa calma que sintió muy adentro era un gran regalo. Esa LUZ lo era. Alguien lo amaba mucho, tanto! Le tocaba ahora sanar y encontrar respuestas. Solas llegarían, la LUZ las traería consigo y él podría AMARSE a sí mismo como merecía. 

Luz en el alma