QUIETUD, LUZ, PAZ

Le llamamos "recomenzar" por terminar 365 días, se convierten en fechas "señaladas". Bien, bien. Pero me gusta, me encanta, recomenzar cada día. Y dentro de cada día, todas las veces posibles. ¡Quiero abrazar a todo mundo! Y así, seguir recomenzando con esto: 

En la quietud no hay barreras

En esa quietud, esa que tú fabricas

Para la que estás dispuesta

Para la que no existe el disturbio

No fue fácil! 

Pero...

Fue! 

Paz y tranquilidad conquistadas en la QUIETUD. 

En la quietud está tu paz, conquistada a base de serenidad.

Tú sentada enmedio de la nada o enmedio de un ruido ensordecedor, lo mismo da. Es lo mismo, nada afecta el momento de dejar que las olas mojen tu cabello, aún estando lejos el mar. Que una estrella te sonría, aunque haya neblina. 

Detrás de la niebla no hay más que verdad. Y la verdad habla por sí sola, simplemente permanece, simplemente ES. 

Yo soy mi propia construcción. Mi manjar de locuras e insensateces enmarcados por sombríos rastros de lo eterno. Eso que, aunque me vaya, nunca cambiará, siempre permanecerá.

Aún no haya apego a la vida con sus olores, sus sabores, los regalos merecidos o inmerecidos, pero regalos al fin, se le tiene mucho amor. Ese que permite la movilidad del huracán interno... Justo en plena QUIETUD. Ese amor que permite que todo suceda. Todo sucede por amor. Por eso, no apego, pero sí dolor y resquebrajamiento, la nostalgia que aflora al pensar, al saber que eso quedará atrás para emprender el viaje, el día que llegue. Sí, ese viaje, el definitivo. Todo tiene su momento justo.  El haber estado tan cerca de eso en ese tiempo, me hizo pensar en todo. Y justamente por eso, todo lo  replanteo a la vez que en este momento le digo a la vida: SÍ!!!

La vida, siempre la vida. Es un cúmulo de muchos otros cúmulos de cosas que es difícil señalar tanto por su variedad, cantidad, calidad, contenido. Sucede de todo y sucede de lo mejor, pero también de lo peor. Dulce y amargo, bueno y malo. Y la serenidad necesaria para afrontar esta vida no siempre se adquiere, ni con la edad. Bien hay quien no madura jamás, aparte. Eso es parte de lo que llamamos "actitud", esa, uno decide cuál va a ser. A veces es decisión razonada y otras, consecuencia de experiencias que dejan saber sin siquiera imaginar, que no hay otra opción. No se nace siendo fuerte, no se nace siendo sereno. Todo se va haciendo en el camino. Pedacito a pedacito, se va construyendo tanto la vida como la manera de afrontarla. Las vivencias, una a una, desde la más pequeñita hasta el acontecimiento más rimbombante, se van formando ladrillo por ladrillo. Se van moldeando, se van llorando. 

Sin embargo, en ese viaje irán los elementos que hicieron todo lo demás posible: rastros de un vivir. Porque son verdaderos,  porque permanecen y porque son parte de una creación inmaterial e interior que hace que todo tenga sentido: la ETERNIDAD. 

Esta conquista a veces cuesta la vida y a veces ni en cuatro vidas se logra. Tesoro preciado. Es PAZ, es calma. 

VIVIR, VALE LA PENA AÚN CON LAS DIFICULTADES QUE SURGEN EN EL CAMINO.

SONREÍRLE AL CAMINO PUEDE HACER TODA LA DIFERENCIA.

PERO

TAMBIÉN SE VALE LLORAR!

VIVIR, 

NO SOBREVIVIR.