PANCHO PISTOLAS

Al comienzo de la vida

Cuando recién abres los ojos

Cuando todo lo que miras alrededor es nuevo

Cuando afloran los primeros sentimientos de ternura

Cuando tienes miedo y te refugias en los brazos de abuelita

Cuando empiezas a darte cuenta que estás en algo que se llama VIDA, pero que aún no entiendes bien a bien

Cuando ves a mamá corriendo para alcanzar a cumplir con sus tareas y darte la comida

Cuando no entiendes por qué a veces duele, cuando lloras sin parar y no entiendes qué rayos sucedió, sólo sabes que te duele.


Y cuando esto y muchísimas cosas más suceden, un tropel de emociones y de sensaciones te avasallan, te sorprenden, te hacen sentir, te hacen saber y suponer un poquito de todo, resulta que hay alguien con quién tratar y tratar de entender. Y ese alguien es especial, y es diferente, y compartes el techo, muchas veces los alimentos, la mesa, los juguetes, La Isla de Gilligan, Batman, las posadas de la tía Cana... 


Se llama


PANCHO PISTOLAS



Era la calle de Parras y éramos una verdadera multitud corriendo y gritando en casa de los abuelos. Pintamos, rayamos toda la pared (lo que no sabíamos es que le podíamos haber llamado "grafiti". A lo mejor así hasta nos aplaudían los grandes, o al menos no nos reñían).  Bueno caray, era nuestro "arte", nuestra manera de decir "aquí estamos" y una sensación de libertad al tomar con la mano un crayón y pintar unos trazos tan largos como pudiera ser nuestra imaginación, y el límite era solamente la medida de la pared. Claro, en ese tiempo para nosotros era grande, enorme. ¿Cómo la veríamos ahora, que crecimos?






Panchito era un chiquitín por demás tiernito. Su expresión dulce dulce e inocente y sus ojitos decían las cosas más bonitas. Era muy buen niño, y a pesar de ser casi de la misma edad, era mi chiquito, el que me despertaba ese instinto de querer cuidarlo y protegerlo. Al punto que, en una ocasión, jugando, él estaba en el piso y yo lo detenía con mis manos. Me sucedió que perdí fuerza y se me soltó, su cabecita pegó en el piso e hizo un ruido que retumbó en mis oídos, pero más en mi mente pensando que le había hecho daño, que era mi culpa, a pesar que él repetía que nada le había pasado. Pero su carita, madre mía, sus ojitos...


Esa carita, esos ojitos









Así pasaban nuestros días, tardes y noches. Buena parte de aquella infancia la compartimos y eso, ¡eso queda para siempre! Es mi primo hermano, pero ahora lo llamo hermano primo. 



UN SOBREVIVIENTE 


¿Qué otra cosa puede ser alguien que sale vivo de un artefacto que en su tiempo fue una camioneta y que acabó de esta manera? Las noticias eran alarmantes, por fortuna me enteré de que estaba vivo antes de leer algo fatal que alguien había escrito en un periódico. 

Sobreviviente también al cáncer. Valiente y luchador, la vida lo quería aquí, y aquí está. 

Se convirtió en un padre de familia. EL MEJOR. Vive la vida lindo, ¡La vive! Estudioso y pensador, su mente no para de trabajar en pos de verdades y de explicaciones, al cabo en la búsqueda de la propia vida, pero vivida a conciencia a la vez de dibujar, formando esto parte de su sensibilidad.

De jovencito le encantaba este juego, ¡y vaya que era bueno!


Cuando ya no vivimos juntos, cuando la vida nos hizo vivir en diferentes lugares, me escribía. Su letra era preciosa, bonita de verdad. Y con sus ocurrencias (que conserva hasta ahora) siempre me sacaba sonrisas. Y así de cariñoso como era, también le escribía a una viejecita que quisimos muchísimo, fue la nana de nuestra abuelita y le decíamos "Chichí Huera". (Chichí en idioma maya, significa "abuela"). Y de allí al parecer surgió eso de "Pancho Pistolas", así le firmaba a ella las cartas. 








Nuestra primera separación física sobrevino cuando mi papá, español, nos llevó a sus tierras. Yo tenía un pianito pequeño para jugar, no podía llevarlo conmigo a España porque no nos permitían llevar mucho peso. Se lo entregué a Panchito y lloré, lloré y lloré como si no hubiese un mañana. Él, dulce como era, me lo quiso devolver pensando que yo lloraba por mi piano, y lo que me estaba doliendo en lo más hondo era separarme de él.

Así, llegó el viaje. Siempre estuvo conmigo, pero nunca lo supo. Lo llevaba en la mente y en el alma, esa carita tierna y dulce se me grabó, me dolía en extremo esa separación. Pensaba también en su cabecita, esa que sonó fuerte en el piso cuando lo solté sin querer. 

Mi Panchito, Pancho Pistolas, con quien crecí una buena parte de la vida, vive en mi corazón hasta hoy que los años han pasado y nos vemos ya mayores con nuestros recuerdos, nuestras anécdotas y nuestro inmenso cariño de HERMANOS. 

Ah! Y el único que ha leído todos y cada uno de los posts de este blog. ¡Vaya récord! 



Y así platicábamos hace unos días. Este es ese pequeño niño, tierno y bueno. 

Ya en la edad adulta, conversamos de las cosas que hemos vivido.  Nuestros caminos, aún en paralelo, siempre encuentran ese punto afín. La vida de los dos ha tenido ese denominador común: el balance entre cosas buenas y malas, entre lágrimas y risas. Así, como la vida de todos. Es un privilegio compartir VIDA con él, un lindo ser humano. 

Gracias por tu vida, Panchito! 





Palabras escritas por Pancho después de leer este post: 



"Gratos recuerdos de cuando jugando con la arena y con el viento, cuando el estanque era el mar la niñez vi pasar como un cometa dando volteretas por el cielo, y de la noche a la mañana, caminando por algunas calles me hice viejo sin mirarme mucho al espejo, voy bajando la cuesta para poner fin a mi diario. Utopía es la vida".

      Francisco Lastra Heredia





Obras de su autoría 












¡Larga vida a Pancho Pistolas! 


Comentarios

  1. Bonita historia la que nos cuentas, Maty, gracias por hacernos partícipes de ella. Deseo que vuestros caminos sigan encontrando ese punto afín. Un fuerte abrazo!

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  2. Siempre hay que agradecer a la vida estos regalos. Precioso, Maty. Un texto lleno de amor y de ternura.

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  3. ¡Qué bonito Maty! Esas personas que nos acompañan en el camino de la vida, con quien podemos compartir todo. Llámense familia o amigos. Hay que dar gracias por ellos. Hermoso tu post y nos llama a la reflexión, al agradecimiento. Un abrazo.

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    1. Muchas gracias Ana! Sí, estos son los milagros de la vida.
      Un abrazo también para ti 🤗

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  4. No todos pueden decir que han experimentado la verdadera amistad. Ese privilegio.

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  5. Homenajes así son los que se agradecen. Esos que los homenajeados puedan leer y compartir. Bravo por Pancho Pistolas.

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  6. Maty , muy bueno tu post , me encantó! Describes muy bien a "Pancho pistolas" ❤️

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  7. Que bonita historia Maty, es un placer leerla y emocionarse como si todos nos conociésemos y también hubiésemos vivido toda esa vida, que tan feliz te hizo junto a un hermano primo. Mantener la relación a lo largo de los años es maravilloso y siempre será especial. Un abrazo a los dos.

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    1. Sí querida Mar, es un regalo maravilloso. Gracias por nuestro abrazo! Te mandamos otro muy apretado 😊

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  8. Muy bonito lo que cuentas, esas personas que se vuelven entrañables, que son partes de lo que somos también, que allí están, pase lo que pase, hermosa, muy hermosa. un abrazo grande y gracias por traerla

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  9. Luego te comento este, quería decirte que te dejé una "cosita" en los comentarios de mi blog.

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  10. Qué maravillosa historia la que nos relatas en este post, Mary.
    Pancho y tú sois, sin duda, dos seres muy especiales. Destilais mucho arte y sois muy grandes.

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    1. Estrella, qué lindas tus palabras. Muchas gracias, un abrazo grande. 🌹

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