TODOS PERTENECEMOS AL MISMO CIELO

 Migrantes, VIDAS. 

Los españoles hicieron patria en México. Gobierno de Lázaro Cárdenas, los republicanos vinieron a trabajar, su meta: mejor vida para sus hijos. Trabajadores a morir, artistas, filósofos, médicos. Aquí hablamos justamente de los Niños de Morelia o Niños de la Guerra. Duras sus situaciones, haber hecho patria lejos de sus raíces. Y esto se repite a lo largo de la historia una y otra y otra vez. 

Los desterrados dieron a los mexicanos una nueva visión del español, el español humanista, contrario al español de la conquista.

No hubo temporalidad como se creía, se soñaba con un pronto regreso. No fue así, construyeron aquí su vida.

Esto recuerda tanto y tanto el tema tan actual y tan de siempre de la migración. Dejar su vida, sus casas, sus objetos, sus animalitos, tierras, seres amados. Dejar su vida y hacerse una vida nueva. ¿Sencillo? ¿Alguien puede creer que esto fue sencillo? ¿Que lo es con los que en el tiempo presente deben salir de sus lugares de origen en la búsqueda de una vida por lo menos digna?

Contribuciones de intelectuales y de campesinos, todas igual de valiosas. Dentro de sus vidas truncadas, rehacerse y reinventarse. 

Hubo una fusión, matrimonios con mexicanas. Dos pueblos hermanos. 

ESPAÑA, TE SIENTO EN LA PIEL, TE SIENTO Y TE LLEVO MUY ADENTRO.

Algunos (los más) llegaron sólo con lo puesto. Labraron junto con los mexicanos una nueva patria, una nueva sangre y una fusión de identidades.

Hombres y mujeres maravillosos, sentimientos, pasado y presente intentando un renacer.

Siempre de los siempres se darán en la historia de la humanidad casos así.  Quizá diferentes territorialmente, políticamente. Pero HUMANOS al fin con la misma tragedia (en verdad creo que lo es) : dejar sus vidas de siempre. Mucha valentía, mucha entereza y un espíritu indomable que se requiere para poder afrontar una realidad semejante. Aprender, olvidar. Aprender a olvidar que, aunque parezca un juego de palabras, no lo es. Memoria y olvido necesarios para la supervivencia. 

La mayoría hombres sencillos, ni siquiera politizados sino arrastrados por su circunstancia. Qué cruel puede ser el destino del hombre que sube y baja por las montañas del devenir sin que su voluntad pueda ayudar.

Mi empatía total con todo aquel que emigra, que deja todo en la búsqueda de mejores condiciones de vida. Abrazaría a todos y cada uno de ellos, por supuesto a los chiquillos pequeños y no tan pequeños que desde tan temprana edad conocen los azares de estar del tingo al tango, absorbiendo vilos de la incertidumbre de una vida así. 

Alguien me dijo una vez "quién le dijo a usted que la vida era justa?". Y, obviamente, no tuve nada que responder. No pude, no había qué. Es que no lo es, y ya. No hay más. 

Un homenaje especial a un español, el que me dio la vida, Enrique Marín Lozano. Él lo hizo por gusto, vino a casarse con mi mamá y así empezó nuestra historia. Siempre añoró su patria, pero defendió las injusticias por sus bien cimentados ideales. Un hombre difícil, pero lleno de amor. 

Me ha dado gusto volver a ver tu nombre escrito esta vez por mí, papá. Muchas tormentas pasamos, pero no puedo negar que soy tu esencia. Y ya lo ves, estás en mí. Por algo será, por algo...

Te encargo mis sueños, Dador de la Vida. Te encargo a los que quedaron atrás en esa tierra que se volvió árida. Igual van conmigo, pero la parte que se queda allí, ¡Cúidamela tú!  

Vida voy por ti. Voy contigo. Vienes a mi vera. No me desamparas aunque a veces se sienta el frío.

Amor, razón de TODO, arrúllame en tus brazos.