5 DE SEPTIEMBRE DE 2023

 

Así justamente comenzaba todos mis escritos de juventud: poniendo la fecha. Y ahí los tengo (aquí, mejor dicho). Me pregunto cuándo será el momento en que desee abrirlos y descubrir lo escrito (y muy vivido) hace tantos años. Recuerdo que un día cualquiera decidí no poner fechas, los veía como "atemporales". Dejaba de tener sentido el día exacto, la hora exacta. Era más bien englobar en cuadernos todo aquello que me brotaba. Poner en líneas todo lo que nacía de adentro, y así era que tomaba una servilleta en un café si no llevaba algún cuaderno o libreta. 

Así recuerdo partes de mi vida, partes para mí tan importantes. Sí, para mí, porque es mi vida. Solamente mía, o ¿Acaso alguien podría vivirla por mí? 

Y este día 4, ya ayer,  como muchos más que hay en mi existir, la banda sonora de mi vida me ha transportado a millones de momentos únicos e irrepetibles. ¡Tanta música, otro de mis grandes placeres).  ¡Sí! Esto es mi AQUÍ y mi AHORA,  todo absolutamente nos conforma. Es bien cierto aquello que dicen que en alguna edad pasa por nuestra mente nuestra vida en pasajes. Y es un auténtico deleite, me doy cuenta que soy la misma pero con diferentes trajes. Y son los trajes que el cuerpo, el físico transmite, ya que obviamente no me refiero a telas ni trapos. Perfumes sí! Tienen un poder evocador, son "aromaterapia" y nos transportan con ayuda de esa música que nos ha acompañado, son el complemento perfecto. Y así he abrazado a mi niñita con toda la ternura que en su tiempo le faltó. Esa niña, ahora me tiene para siempre.

No es precisamente un análisis o conclusiones por haber cumplido años, es una costumbre en mí. Vivir así, escribir viviendo, vivir escribiendo y paladeando. 

Y qué lindo poder contar esto, poderlo añadir a la suma. Sí, porque seguir sumando también es lindo. Estos momentos, por ejemplo, son un regalo y un privilegio. El terror que de chiquilla me daba de llegar a pasar la vida sin notarlo, se ha esfumado. No sé lo que sucedió, ¿Tendrán que ver los genes? Mi papá era muy dado a las evocaciones, anotaba cosas. Aún me encuentro libros que contienen sus notas, sus pensamientos y reflexiones. 

En una ocasión escribió una lista de los que se habían adelantado y que habían significado algo para él. Les escribió un hermoso pensamiento, les agradecía por sus vidas y deseaba con fuerza que estuviesen gozando de un eterno descanso. Pues ahora que recuerdo esa lista en realidad era pequeña, o no la continuó, o no sé, porque a la fecha la lista mía es enorme. Nada menos hace unos momentos unas amigas me hablaban de un deceso más haciendo como siempre la reflexión de que es "parte de"...  Él siempre reflexionaba sobre este asunto de dejar este plano, y lo sabía absolutamente natural y así y todo se impresionaba siempre con cada partida. (Sí, soy su hija, me reconozco en él). 

En esto del conteo, las "restas" también suman. Sí, aunque parezca un juego de palabras. Porque lo que te ha hecho llorar, se añade a las vivencias. Aquí en este plano hay bueno y hay malo, es la vida, es así. Recuerdo las veces que antes de algunos encuentros deseaba con el alma que todo saliera bien, que el amor fuera el protagonista. Rezaba por ello, y las cosas no salían como esperaba. ¡Se vale llorar! Se vale sacar las emociones y no dejarlas atoradas enmedio de la garganta. Eso somos los humanos, y esa es la vida: tristezas, alegrías.

Para vivir, hay que beber. Sí beber de la copa dulce y de la amarga también. Las últimas gotitas de la tristeza, y de la alegría. Es sano, es un justo equilibrio.

La decisión de vivirlo naturalmente o amargarse, hace la diferencia. Porque puede resultar fácil culpar al Universo de todo lo "terrible" y pensar que es inmerecido. Victimizarse. 

Claro que no es fácil, pero creo firmemente que la amargura es la peor elección. 

Llorar es depurar el alma. Cuestionarse, también es válido para llegar a conclusiones y vivencias más plenas. 

Llega pues un Septiembre más... Único, como todos. Llega y se siente que con él viene trotando la última parte de este año.

¡Feliz Septiembre para todos! 

Y que la indiferencia, que tanto daño hace, no sea parte de nosotros. 

Del poema "Reír Llorando", de Juan de Dios Peza: 

Ay! ¡Cuántas veces al reír se llora!
¡Nadie en lo alegre de la risa fíe,
porque en los seres que el dolor devora,
el alma gime cuando el rostro ríe!

Si se muere la fe, si huye la calma,
si sólo abrojos nuestra planta pisa,
lanza a la faz la tempestad del alma,
un relámpago triste: la sonrisa.