Miro esos pasos

 

Sus pasos

LOS PASOS de todos y cada uno de ellos, algunos cargan con sus pequeños. Otros más, con sus animalitos, sí, esos seres que saben que son parte de su familia y no los dejan por nada.

                               los migrantes

Buscan poder vivir. Están sobreviviendo, apenitas. ¡Son tantos, y de tantas nacionalidades! De un sitio a otro, caminan miles de kilómetros porque aún guardan una esperanza. Porque no hay otra salida. Porque hay hambre, carestía, dolor. El hecho de mirar hacia todos los horizontes y no ver más que desaliento.

                              los migrantes

Buscan un pedazo de tierra dónde parar, establecerse. Náufragos que inventan caminos. Que se dejan llevar. Que como sea necesitan llevar unas cuantas monedas encima porque de otra manera, la sed los ahoga. El hambre los mata. Porque están allí sigilosos aquellos otros que, increíblemente, aprovechan sed, hambre, frustración, dolor, para conseguir lo suyo. 

Hambre de todo y por todos lados. Miseria y voracidad juntas son un arma letal. El hombre se convierte en el lobo del hombre por... 

Necesidad 

Ambición 

Avaricia

Instinto 

Sobrevivencia

Indiferencia

El ser humano olvida, o ni siquiera considera, que el que tiene enfrente va cargado de sangre del mismo color, la lleva por las venas de la misma manera. ERES TÚ, O SOY YO. 

                                    migrantes

No hay otra vida posible. No se le conoce, sencillamente no la hay, no existe, por lo mismo no puede ser contemplada ni considerada. La desesperación es el ingrediente que contribuye a todo este drama. 

El hombre es su circunstancia. No sus sueños (no los hay), no objetivos ni pensamientos más allá de poder solventar las necesidades más elementales, las más cotidianas y que todos los demás dan por hecho. 

Y siguen caminando a pleno sol, a como cante el clima. Muy, muy cansados. Buscan de pronto un lugarcito para poder echarse a reponer fuerza para seguir, y seguir. Ni siquiera tienen muy claro el rumbo, sólo es sobrevivir.

Enterrando en el andar pedacitos de vida, habrá quien se los encuentre buscando millas para,  después, enterrar los suyos. Que queden, que alguien un día lo sepa y se consuele,  que no se evaporen. 

Me encuentro a una familia de tres: papá, mamá muy jóvenes, un chiquitín. Negritos, miradas dulces y desperdigando sonrisas como si nada. Caminando, caminando. Eso era la vida. 

Este exilio ¿voluntario? consume sus instantes. Algunos no comprenden que salgan de sus lugares, que no busquen en donde quedaron sus cordones umbilicales. No, ellos no están en su lugar. 

El Mundo permanece expectante. Los mira ir, venir. Estoy segura que un árbol se reclinaría para un abrazo, que la lluvia en su humedad quisiera confundir a alguna carita que  derrama lágrimas, que una nube quisiera ser su remanso. 

No hay fiestas ni colores, ni tampoco celebraciones. Todos los días son lo mismo. 

El Mundo no debe ser esto. No, el Mundo no puede ser así, no no no.