EN AGOSTO NOS VEMOS

 

Un privilegio, una páginas que causan una felicidad peculiar, diferente, única: sentir a Gabriel García Márquez cerquita, quizá hasta respirando muy cerca de mí, muy muy cerca. Una obra póstuma que afortunadamente ha sido editada y publicada para causar un efecto único en cada lector.

Es él, por supuesto. Es totalmente el estilo García Márquez, inconfundible y sabio, además de saber detalles de su escritura, su edición y su publicación a más de los razonamientos que llevaron a sus hijos a permitirlo, cuando él había dicho que este libro había que romperlo. Él ya sufría, y lo sabía, problemas de memoria. Preocupado, con gran agobio expresaba su angustia diciendo que "la memoria es la materia prima, la herramienta". 

Sin embargo, se logra. Hizo cinco escritos, su secretaria hizo algunas correcciones dictadas por él mientras ella le hacía las lecturas en voz alta. Estar en ese proceso ha sido maravilloso, realmente estar en las entrañas, en la médula de la creación de García Márquez y de las personas que colaboraban con él, quienes mencionan que tenerlo cerca era comprobar lo humano que era aquel que era concebido por todos como un dios.

En el prólogo, sus hijos mencionan sus razones, cómo no sabían en un inicio en verdad qué hacer con el texto y cómo después a casi diez años de su muerte se dan cuenta que, aunque no tiene el pulimento de sus otras obras, posee su capacidad de inventiva y su estilo más que propio. 

Es un postre delicioso, único. Insisto en que es un gran regalo para quienes gustamos de la escritura de García Márquez. 

En la trama, la protagonista es Ana Magdalena Bach. Y justo en el mes de agosto se traslada a llevar gladiolos a la tumba de su madre. Tiene ya una vida hecha con esposo e hijos, sin embargo en uno de esos viajes le sucede algo inesperado que busca que se repita cada año. Sin embargo, no es la cuestión romántica que me esperaba (y muchos más, seguramente). Aquí se presta para pensamientos de todo tipo: la vida de esta mujer, por qué, qué la lleva a lo que hace cada año, qué le sucede por dentro. 

Y sí, hay cabos sueltos que el autor ya no unió, pero fue su último regalo, me parece una cosa fantástica haber entrado en su mundo en esos momentos tan especiales y difíciles para él, es algo así como acompañarlo y dejarse acompañar por alguien que tanto y tanto me dio (perdón por hablar en primera persona). Pero es que fue así: me acompañó innumerables y jugosas horas de esta vida que aún tengo conmigo para poderme dar lujos como este, de gran valor.

Una página con correcciones. ¡Esto es algo único que valoro mucho! 

No se muere del todo, es sólo el cuerpo físico que pasa a otro estadío. Gabriel García Márquez, VIVE.