ME CAYÓ EL VEINTE
¿Alguien recuerda estas casetas telefónicas?
Recordar, rememorar. Porque yo soy mis recuerdos (y muchas otras cosas más , claro). Y ahora es un día especial para mí, y mi abuela, mi abuelita viene a mí. Vive conmigo, pero hay veces que de una manera especial en que mente y espíritu recuerdan a los seres más amados.
Ella, siempre dije "mi primer gran amor que se me va al Cielo". Buenos años viví con ella. Cuando ya no la veía a diario, sentí que me habían arrancado una parte de mí.
Esta época de incertidumbres, de desazones, ella era mi alegría. Era mi refugio, mi pilar.
Y en ese tiempo es que yo la llamaba desde una caseta telefónica, aunque me estuvieran tocando la puerta. ¡No quería dejar de hablar con ella! Aquí en México existían unas monedas de cobre de veinte centavos, se introducían por una ranura y, al caer, es que habían respondido nuestra llamada. Por eso se hizo común la frase "me cayó el veinte", como diciendo " caí en la cuenta, me he dado cuenta".
Cuando "caía el veinte" y mi abuela Margarita me respondía siempre contenta, siempre dulce: "hola Matusha".
Cuánto ha cambiado todo desde aquellas casetas. En la vida de todos, es diferente el panorama completo. Tecnológicamente, no se diga. Y hoy, que estoy a punto de cumplir años y celebro como siempre mi Año Nuevo, recordé esta parte de la vida en la que a mi pobre abuelita le llegaba a pedir mi regalo de cumpleaños adelantado, siempre había algún motivo. Pobrecilla, siempre cedía, aunque no me lo ponía fácil. Decía que yo era terriblemente insistente. "No Maty, luego querrás otro regalo, falta mucho para tu cumpleaños". "No abue, te juro que no, te lo juro, es mi única oportunidad para ir a ese concierto, anda, di que sí".
En otras ocasiones, el dinerito que me daba lo gastaba en dulces. También lo pedía por adelantado porque mi celebración sí que la vivía muy en serio, hacía todo un viaje por una avenida grande buscando todo lo rico que pudiera haber, guardándolo en una bolsita. Y claro, degustándolo por el camino siempre de la mano de mamá.
Ahora que soy mayor, que han pasado ya tantos aniversarios, que el panorama se acorta, que uno no sabe (uno nunca sabe, sólo que en épocas tempranas de la vida no se es consciente de estas cosas) si llegará al siguiente cumpleaños, aquí estoy contigo, abue. Te he extrañado la vida entera. Y hoy quiero que estés en mi festejo, prometo portarme bien y agradecerte todo, agradecerte tanto. Cuando me decías "una abuela es más que una madre, porque es madre dos veces". Me hacías reír, no te respondía nada porque mi mami era también mi adoración.
Ahora que mami y tú están juntitas allí, de cualquier manera vienen a mi celebración. Están conmigo porque son parte de mí, somos la misma esencia. Cosas alrededor del mundo desde aquellos tiempos, ¡Uf!
Abue, ya no necesito esa caseta para llamarte, ahora estás constante. Mami, lo mismo. Mami, la que me daba los veintes de cobre para poder llamarte. En ese entonces no había teléfono en casa, bajaba a cada rato porque te extrañaba a morir, ¡porque eras tanto para mí!
Miles de cosas han pasado, cosas en el mundo que a ti te harían infartar. Mientras todo ello se ha dado con los años y el mundo no ha dejado de girar, tu amor es lo que prevalece. Tu bondad, tu dulzura. Siempre tus consejos. Todo puede explotar, mientras el amor mande, hay siempre una esperanza.
Eso me dejaste. Sabes que el festejo es privado, de corazón a corazón, remembranzas y amores. Ya dieron las 12, ya es el día. No podría olvidar jamás cómo me agasajaste con un rico pollo con mole el último cumple que pasé a tu lado. Físicamente, claro, a mis 19.
Y así, hasta que volvamos a estar juntas pero ahora por toda la eternidad. Te amo hasta el infinito y más allá.
Matusha
Hola, Maty, qué de recuerdos escribes... Los abuelos deberían ser eternos, bueno, y los padres... Deberíamos ser todos eternos, jeje... En fin, que me lío. Aquí en España ya no quedan cabinas, alguna de adorno o que hab decorado de alguna manera para no perderse, pero nada. Curiosa tu anécdota del "veinte". Yo lo que recuerdo de hablar con ellas es que enseguida se tragaba el dinero y no habías hablado ni dos minutos.
ResponderBorrarHe estado este verano en Andorra y ahí sí hay, porque como Andorra tiene un monopolio con el teléfono pues son necesarias, aunque poca gente vi hablando, afortunadamente está wasap y wifi por todos lados.
Un abrazo. 🤗
¡Hola Merche! Oye, ahora tú me has hecho recordar eso de que se tragaban las monedas. Gracias por dejarme.compartirte mis recuerdos. Un abrazo!
BorrarQué ternura hay en tus palabras. Me emocionó profundamente, aunque no tuve la cercanía de mi abuelita (acá en Chile, solemos usar los diminutivos de cariño), pero nuestra tarea es ser abuelitos inolvidables para nuestros nietos. Hermosísima historia, que enseña e interpela. Dos veces papá, dos veces mamá. Saludos y felicitaciones.
ResponderBorrarHola Maty, por si acaso estos días ha pasado tu cumple te felicito... y te agradezco que compartas este escrito tan bello donde recuerdas a tu abue y a tu mamá y a esos tiempos pasados, que ahora son como un mundo perdido pues ya no hay monedas de a 20, ya no hay casetas telefónicas (al menos hace mucho no veo una), no hay abuelos (en mi caso), si acaso, padres. ¡Cómo ha cambiado todo Maty! Es verdad que si los que se fueron hace tiempo regresaran quizás dijeran "pérenme que mejor me regreso" jajaja. No, no, yo creo que querrían quedarse a nuestro lado y compartir un poquito. Muy bonito escrito, lleno de sentimientos hermosos y recuerdos que vale la pena tener siempre presentes. Te mando un abrazo...
ResponderBorrar¡Hola Ana! Sí, fue este 28 de agosto, el día que publiqué, así que recibo tus felicitaciones con cariño. Gracias por tus palabras y, sí, cómo ha cambiado todo! Un gran abrazo 🤗
BorrarQué entrañable relato Maty, las cabinas de teléfono desaparecieron en nuestro país. Ojalá pudiera entrar en una y hablar con mamá y mi abuela. Cuántas emociones despertaste y sensaciones. Escribiste con el corazón. El tiempo pasa tan rápido que casi no nos damos cuenta de la importancia que tiene. Un fuerte abrazo
ResponderBorrarMuchas gracias Nuria. Sí, pasa rápido el tiempo. Demasiado. Gracias por tus palabras y por compartir emociones. Un abrazo! 😘
Borrar¡Hola, Maty! Qué de recuerdos nos traen nuestros seres queridos más entrañables. Y tanto que recuerdo las cabinas telefónicas; tenían un encanto especial, cuando entrabas 3 amigas y echábamos monedas y se caían al suelo y era un odisea encontrarlas jajajaj. ¡Gratos recuerdos!
ResponderBorrarUn abrazo gigante!
Jajajajaja eso no lo recordaba, gracias por traerlo. Y gracias por estar aquí Yolanda, un abrazo grande!
BorrarHola Maty, que bonitos recuerdos, una bonita historia sin duda.
ResponderBorrarUn abrazo!
Muchas gracias Dakota! Abrazos 🌹😊🤗
ResponderBorrar¡¡¡¡FELIZ CUMPLE!!!!!!!, atrazado, pero eso no es importante, que delicia de relato, todo esos recuerdos, esos momentos vividos con esos seres tan queridos, lo disfrute mucho, emociona, abrazo bien grande, Themis
ResponderBorrarPocas veces tuve que hacer uso de las cabinas telefónicas. Sólo me acuerdo de cuando tenía que ir de viaje y llamaba a casa. Un abrazo Maty.
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