A MI MANERA

 De momentos está hecha la vida. Si nos ponemos a pensar en ellos, si los "refrescamos" vemos que siguen aquí y nos conforman. Somos parte de todos ellos. Yo soy mis recuerdos. Y, bueno, un poquito más. 






Sé que un día el viaje tendrá un fin para llegar a otra etapa de trascendencia. Si hemos llegado a un punto en el que un cúmulo de todos los sabores nos ha acariciado, es bello poder decir "gracias". 

Desde que era muy pequeña (sí que lo recuerdo) me fascinaba pasar el tiempo pensando, y entre miles de cosas una era lo terrible que sería llegar a un punto en el que uno se diera cuenta de que no  vivió. Y ¡Es el caso de tantos! Gran regalo nos han hecho tremendos escritores como Borges, o García Márquez, cuando al filo de sus 80 piensan en ello, sólo que dándose cuenta que se acerca el fin, que es demasiado tarde. Yo muy chiquita, ya me imaginaba esas cosas y estaba dispuesta a VIVIR. Cada cosa, cada instante, cada segundo. Fuerte, firme, a conciencia. VIVIR. Era pequeña, no sabía lo que me esperaba ni sabía que algunas veces miraría al Cielo tan azul, tan profundo, tan bello y misterioso, y le pediría el no estar aquí. Es parte de los momentos duros, pero era muy pequeña para saberlo. Sólo deseaba cobijo, acurrucarme, ponerme en posición casi fetal y cubrir la cabeza para que nadie la golpeara. No entendía el estar aquí solamente así, sin haberlo planeado, y enfrentarme a un mundo hostil. Y sí, la palabra es cruel.


Pero ¡Cómo olvidar la risa del espíritu cuando ese mismo Cielo brillaba porque aún había algo de Sol, que planeaba su retirada, y me sonreía! Percibía belleza, libertad, goce pleno, totalidad. Deseaba que esos momentos de júbilo se eternizaran. 

Y las huidas a un mundo en el que nadie podía entrar con mi radio de transistores pegado a mi oído... Tan bajito, para que nadie supiera de esa "escapada". Tan sutil, para que nadie más pudiera introducirse -ni siquiera sospechar - de ese mundo secreto. Me prohibían la madrugada porque debía dormir para ir a la escuela, y no me gustaba esa prohibición. Pensaba "soy libre, la madrugada es mía, todo es mío, soy libre, soy yo". 

Qué gran fortuna el tener el tiempo en la actualidad para revivir todo aquello y, de esta manera, seguir viviendo. Pero desde otra perspectiva. Simplemente, la que dan los años. ¡Se ve todo tan diferente! Mirar hacia atrás es darse cuenta de que todo es un eterno presente, se agradece tener todo eso. Mirar hacia adelante es un cambio absoluto. Si bien ese tiempo siempre es incierto, sin excepción, es una realidad innegable que se acorta. ¡Ley de vida! 

Al acortarse, es otro panorama lleno de ¡tantas cosas! Miedo, alegría, profunda satisfacción, el sentimiento de haber cumplido y miles de otras cosas que por ser emociones tan especiales no me es posible traducir . 


Cuando hay alguna carencia, es obligado voltear a ver todo aquello con lo que sí contamos. Sumar, sumar. 


Asumir los cambios que traen los años es parte de toda esta maravilla. Aunque lloramos a veces, sabemos que todo forma parte de esto porque la risa también llega. Equilibrarlo,  es la tarea.


Miro a esa niñita que sigue conmigo y no quiero que se vaya nunca. Y no se ha ido, y no se irá. Me abraza y la abrazo, me ama y la amo. Si algo pudiera pedirle a la vida, sería un tiempo más para seguirla abrazando porque sólo a mí me dice todo lo que lleva dentro. No me estoy despidiendo porque eso es algo que hago a diario. Cada segundo es único e irrepetible, el saber que podría no haber otro lo hace más importante. 


Esa pequeña me ha acompañado toda la vida y será así hasta siempre. Porque sé que no se termina aquí, que lo que sigue es sencillamente el próximo viaje, el definitivo.


No hay que hacer maletas, pero la preparación es más que profunda. Se lleva encima todo lo vivido. Sobre todo, se lleva encima todo el amor. El amor que no se termina, no se devalúa, no es víctima de recesiones, no lo destruye ni el huracán más furioso. Llevarlo es una fortuna y una bendición, además de una responsabilidad muy hermosa. Todo lo material se queda y se destruye. Para empezar, el propio cuerpo, materia al fin. El espíritu es indestructible.


Todo esto es lo que puedo paladear a estas alturas y desde esta nueva, muy nueva perspectiva. Con todo lo que conlleva, no tan agradable de pronto, pero buscando autenticidad en cada entrega, en cada segundo una oportunidad, en cada oportunidad, está mi verdad apostando por nunca diluirse. 

Y sí, esta ha sido mi manera. Así, como la canción, A MI MANERA. Así como la música, que sigue coloreando mi panorama. 










Comentarios

  1. Hola, Maty, crecer, vivir, aceptar los cambios que se producen, las pérdidas, como bien dices, en esto consiste la vida. Me has entristecido cuando he leído lo de que alguna vez no has querido estar aquí, lo siento, por suerte has podido reponerte ante el dolor y las crueldades del mundo y aquí estás. Espero que no vuelvas a sentirlo y si te ocurriera, ya sabes dónde estoy.
    Un fuerte abrazo. :)

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    Respuestas

    1. ¡Hola Merche! Qué linda. Sí, sé dónde pillarte. Pero aquello fue de muy pequeñita, y también de jovencita. Sé que es triste que pase y más a un pequeñito, pero por fortuna se superó. Abrazos y besos!

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  2. Maty, este es un texto que no busca contar una historia, sino encarnar un estado de conciencia. Adopta un tono íntimo, reflexivo y existencial, con destellos de ternura, lucidez y aceptación.

    He sentido este texto como quien escucha una voz amiga en mitad del silencio. Es conmovedor cómo hablas de la vida sin grandes proclamas, solo con la verdad desnuda de quien la ha habitado con los ojos bien abiertos.

    Me ha tocado especialmente esa idea de “no darse cuenta de que no se ha vivido”. Qué poderosa advertencia, y qué difícil equilibrio: vivir con intensidad, pero también con ternura.

    Tu relación con esa niña interior me ha emocionado. No es nostalgia, es continuidad. Es presencia.

    Y eso que dices sobre saber que cada segundo es único e irrepetible… para mí también. Cada vez lo siento más: el tiempo dejó de ser lineal para mí, entre recuerdos y ficciones. Pero cada segundo tiene un valor único.

    Gracias por compartir esa mirada tan tuya, tan valiente, tan serena. Hay pasajes que se quedan flotando dentro, como esa frase: “No me estoy despidiendo porque eso es algo que hago a diario.”

    A tu manera, sí. Pero qué manera tan luminosa.

    Un abrazo con toda la gratitud del mundo.

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  3. Hola, Mary. Que texto tan hermoso. Me has hecho retrotraerme a momentos de mi vida, cuando yo tampoco he deseado estar por aquí, pero también he reconocido la conexión eterna con esa niña que llevamos dentro, y esa manera de vivir el momento presente, para apurar la vida. Y, sobre todo, vivir cada cual a su manera, que ya es un privilegio. Y cuando pase el tiempo y llegue el momento de marcharse, saber que una ha vivido su vida y no la vida de otra persona.
    Un abrazo 🤗

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  4. Hola Maty, la vida, aceptar cada cambio, las pérdidas, lo que nos da, tu entrada es preciosa y me ha emocionado. Hay que vivir y saborear cada momento que nos da la vida.
    Un abrazo.

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  5. Hola Maty, ¡qué bonita reflexión nos traes hoy! Tu de chiquita ya eras muy sabia, yo lo que quería era crecer y dejar de serlo. Todo lo que dices es muy cierto, vamos creciendo y nos vamos dando cuenta que hay que vivir cada momento lo mejor que se pueda y disfrutar cada cosa que nos es dada en ese preciso instante: una flor, el cielo, la brisa, la comida, un abrazo, etc. De muy joven uno da las cosas por sentado y no piensa uno en la mortalidad pero creces y ésta se va haciendo más presente, luego con el declive o desaparición de familiares, la méndiga muerte se va acercando más jajaja y uno así con cara de "sigo yo" jajaja. Pero bueno, es lo que toca y es lo normal, como dices tu vamos a otra cosa, y para mí es como una nueva aventura que tendremos . Sí creo que la materia no se crea ni se destruye, solo se transforma. Y bueno, como siempre un gusto leerte y que nos hagas pensar. Te mando un abrazo fuerte.

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  6. Maty, querida. Qué bonito escribes siempre. Tus reflexiones son siempre ese sol que necesitamos todos. Echaba de menos leerte. Estoy de acuerdo contigo, hay que VIVIR, así con mayúsculas. El amor es indestructible, ya lo creo. Una vez más te tengo que dar las gracias porque leerte es un bálsamo para el espíritu. Estamos aquí para leerte, escucharte y compartirte. Y para lo que necesites también me encontrarás. Muchas gracias, compañera.

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