DESAHOGO


Han pasado muchos años . ¡Tantos! Pero la razón de que no vaya conmigo la frase "lo pasado pasado" o "lo pasado pisado". La verdad es que todo nos conforma. No se trata de ninguna manera de echarse limón a la herida o de regodearse en el dolor. Uno aprende a salir adelante con las vivencias, las malas se archivan en algún lugar y un día cualquiera, sin orden ni concierto, aparecen. Y claro, se vuelven a archivar pero quizá para ello también es necesario sacarlas y darles una buena lavada.


Iba a escribirlo en tercera persona, pero decidí contar que esto me pasó a mí. Y fui afortunada porque pude salir de ello. 


¡Cuánto se escucha actualmente hablar de la pederastia! Es impensable que algo tan abominable esté "de moda", aunque creo que lo ha estado siempre.


No me gusta maldecir, no me gusta. Ni quiero escribir la palabra que merece ese tipo, aquel que ya incluso debe haber muerto porque yo era una niña. Una niña chiquita, muy pequeña. No recuerdo bien la edad, creo que no llegaba a los 10 años. Feliz y contenta abrí la puerta de casa y bajaba las escaleras corriendo, como acostumbraba (imposible olvidar todas las veces que fui a dar al piso con tremendas caídas que, a esa edad, ni se sienten).


Iba a la tienda de mis abuelitos. Estaba justo en la esquina de la calle donde vivíamos. Me encantaba ir con ellos, los adoraba. Y de pronto aparece en las escaleras un tipo asqueroso que no sé cómo, no sé de qué forma me abordó y comenzó a meter su lengua en mi oreja asquerosa y repugnantemente. No sé cuánto tiempo fue, pero para mí, eterno. Me quedé paralizada, no podía moverme. Lo único que movía eran los ojos mirando a las puertas de los departamentos de los vecinos. No podía pensar en realidad, era algo así como solamente tratar de sobrevivir. Miraba a esas puertas calculando si mi pierna pequeña alcanzaba a patear alguna de esas puertas para pedir ayuda. No entendía lo que estaba pasando, nunca imaginé que un tipo cualquiera pudiera sentir quién sabe qué usando su patética lengua de esa manera. 


El estar paralizada me ayudó, porque agarró confianza y entonces así, pensó que me iría con él cuando me tomó del hombro mientras me ofrecía una moneda, su intención era bajar las escaleras que faltaban conmigo así, blandita y sin protestar, a cambio de su "monedita". Cuando eso ocurrió, no sé ni cómo (de verdad que no lo sé) pero pude zafarme rápidamente y correr hacia arriba, hacia mi casa, gritaba como una loca y no pude parar de gritar no sé por cuánto tiempo, el hombre ese se fue rápidamente, sólo recuerdo que dijo algo así como "no te asustes, nenita". Toqué desesperadamente la puerta y me abrió mi hermano José. Se asustó mucho cuando me vio en ese estado. Sólo sé que gritaba, corría... Volví a abrir la puerta y bajé corriendo, eran sólo unos pasos hasta la tienda de los abuelos. Gritaba, recuerdo que no podía parar de gritar. La gente que había por allí se detuvo a verme.


Todo eso, no sé cuánto tiempo duró. Posterior a eso,  mi papá me sobreprotegió, supongo que era normal. Fuimos a poner una demanda, etc. Nada pasó.

Lo que sí pasó es que eso me marcó, en la intimidad jamás pude tolerar una práctica que involucrara mis oídos. 

¡Era sólo una niña! Pero afortunadamente, no indefensa. Pude salir de eso sin sufrir como en la actualidad sufren tantos pequeñitos. No puedo imaginar a los niños y niñas que son sometidos sin su voluntad. Su terror, su angustia. No puedo tampoco entender al "humano" malvado que es capaz de hacer daño a otra persona, en este caso a un menor. Y los abusos suceden en todas partes: incluso dentro de las propias casas, los mismos familiares. 


Hace tiempo que estoy consciente de que hay seres "humanos" que no merecen llamarse así.  

Apareció este recuerdo y vienen a mi mente todos los niños del mundo. Quisiera que ninguno sufriera lo que tan frecuentemente se sabe: son violentados. Y cargarán con eso toda su vida. 

Es impensable que una persona inocente, con esa inocencia auténtica, pueda llegar a sentirse "sucia" por culpa de alguien sin el menor escrúpulo. 

Seguramente era muy pequeñita para haber bajado sola las escaleras, pero me costó después una represión tremenda, y no puedo culpar a mis padres después del susto que se llevaron. 

Hoy estoy entera y todo lo vivido me tiene aquí, firme. Afortunada por haber salido bien librada de esa situación. Deseando con el alma que nadie sufra ni esto, ni nada. El mundo es bello a pesar de su lado negro, porque justamente hay personas que sí son humanas y que son todo lo contrario. 



QUE TODOS LOS NIÑOS ALCEN LA VOZ, QUE TODOS LOS ADULTOS ESTÉN MUY ATENTOS. QUE LA GENEROSIDAD DE LOS SERES HUMANOS ALCANCE NIVELES TAN ELEVADOS, QUE OPAQUE LA MALDAD.


Quisiera que todo aquel que sufra ahora por el motivo que sea, vea la luz. 






Comentarios

  1. Hola, Maty, uufff qué experiencia más desagradable. Siento mucho que la vivieras. Estos sucesos, efectivamente, marcan y se dan más de lo que nos pensamos. Hay mucho depravado por ahí suelto, por desgracia, y muchos niños y niñas inocentes.
    Has hecho bien en contarlo, esto ayuda a sanar.
    Un abrazo muy grande y todo mi cariño.
    😘🤗

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  2. Maty…

    Me ha costado encontrar las palabras. Porque lo que compartes no solo conmueve, sacude. No por el horror —que también—, sino por la forma en que lo narras: sin disfraz, sin autocompasión, con una verdad que se planta ante el lector como un acto de dignidad. Y también de amor. Porque solo alguien con una fuerza como la tuya puede transformar una herida así en una voz que arropa, que advierte, que ilumina.

    Eras una niña. Eso debería bastar. Y aún así, desde esa niña que fuiste hasta la mujer luminosa que escribe hoy, no hay victimismo. Hay coraje. Hay conciencia. Hay compasión por los demás. No te quedas en tu dolor; lo alzas para que otros puedan ver el suyo, o quizá evitarlo. Y eso, Maty… eso es un acto profundamente humano. En el sentido más hermoso de la palabra.

    No debería hacer falta recordar que la infancia es vulnerable y sagrada.

    No todo se “supera”, pero sí se puede integrar, resignificar, y —como tú haces— convertir en semilla de protección para otros.

    Gracias por tu voz. Por tu entereza. Y por confiar en quienes te leemos como si estuviéramos ahí, cerquita, con el alma en silencio y los ojos bien abiertos.

    Te mando un abrazo enorme. Con todo el respeto, la admiración y el cariño.

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  3. Hola Maty, lo primero es que me da gusto que no te alcanzó a agredir más. ¡Qué pena que vivieras esa situación! No hay palabras. Y luego pienso, ese viejo asqueroso de ahí se fue a ver con quién sí podía hacer sus asquerosidades. Es muy triste pensar en eso, en todos los niños que son abusados. A mí me pasó algo pero yo era ya adolescente, íbamos a la papelería, era la primera vez que mi mamá nos iba a dejar salir solas a mi hermana, a una amiga y a mí. Luego se arrepintió y nos dijo que nos iba a seguir ella a distancia, yo refunfuñé. La cosa es que íbamos caminando y un tipo asqueroso salió quién sabe de dónde, me agarró, me metió la lengua en la boca y me acarició por todos lados, recuerdo que todo se puso negro, creo me iba yo a desmayar y entonces mi mamá que venía detrás le dió un golpe que él no esperaba en el cuello y salió corriendo, recuerdo verlo correr por detrás, vestido de azul, era alto, nunca le vi la cara. Todo el camino estuve escupiendo y le resté importancia, terminamos haciendo lo que teníamos planeado. No sé hasta qué punto ese evento me afectó, finalmente yo ya era un poco más grande, pero a mi mamá sí y mucho. Nos sobreprotegió PEOR que nunca. En fin, también me salvé quizás de algo peor. Dices una cosa muy cierta, la pederastia, los abusos, siempre han estado ahí, tal vez ahora nos enteramos más de las cosas, la gente a veces encuentra su voz, denuncia, encara, pero muchos no. Creo que yo también me desahogué ahorita jajaja. Qué bueno que se hable de estas cosas, porque existen y no son inocuas. Gracias por compartirlo. Te mando un abrazo bien fuerte.

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  4. Hola, Maty. Tremenda tu experiencia, y que suerte que no pasase de ahí. Yo también tuve una vivencia desagradable ya de adolescente, con un individuo que era vecino de toda la vida y que además trabajaba en la iglesia. En fin, no le di mayor importancia porque no pasó de ser algo puntual e incómodo, y a mí me pilló en una edad que ya me sabía defender. Pero creo que es algo que hemos vivido muchísimas mujeres.

    El tema de los abusos a niños es mucho más sangrante y, desgraciadamente, muy frecuente. Se sabe que la mayoría ocurren en las mismas familias, así que es imposible imaginarse el sufrimiento y el miedo de un niño o niña que pasa por ese calvario. Yo creo que las penas deberían ser mucho más fuertes, cercanas a las condenas por homicidio, porque se les roba la infancia y además, muchas veces se les está robando también su futuro y su felicidad como personas adultas.

    Gracias por compartirlo. Un abrazo!!

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  5. Me has recordado con fuerza cada experiencia, desde la más tierna edad, a la más reciente de las experiencias, lo cierto es que siempre debemos alzar nuestra voz.

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  6. Hola Maty, uff, se me han puesto los pelos de punta como se dice en mi tierra. Ningún niño o niña debería vivir esas experiencias, y por desgracia como dices algunos suceden en las propias familias.
    Dentro de lo mal que lo pasaste suerte que fue a más. Pero una experiencia así no se olvida desde luego.
    Un abrazo muy grande.

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  7. Hola, Maty! Los pelos de punta y por desgracia hay más casos de los que se oreen. Como dice la canción del gran cantante José Luis Perales: "Que canten los niños que alcen la voz..."
    Que pena que existan los abusos y el Maltrato Psicológico que no se ve ni se puede demostrar, como se debiera, y a los niños y a los ancianos que son los más indefensos...qué decir? Eso es intolerable! Y lo peor? La sociedad en general, mira para otro lado, sin saber, desde la ignorancia que sus hijos o un ser querido puede ser el próximo.
    Perdona por el rollo pero ya sabes que no puedo con las injusticias.
    Un abrazo gigante!

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    1. Querida Yolanda, no sólo perdono tu rollo sino que lo agradezco. Así pienso, igual, y eso lo llevo presente cada día. No puedo disfrutar lo que la vida me regala y olvidar todo lo que pasa por allí. Es una impotencia tremenda, pero les mando (aunque nada remedie) luz y mucho amor. Un gran abrazo!

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